Estudio que investiga las experiencias de la contratransferencia en musicoterapeutas que trabajan en cuidados paliativos y cómo puede afectar ésta a su práctica clínica.

Las autoras de este artículo son musicoterapeutas en Hospice con más de 20 años de experiencia. Esa experiencia que tienen en su trabajo con el final de vida y con la muerte es el hilo conductor de todo este texto. Además, incluyen comentarios de otros y otras colegas y una revisión de literatura relacionada. Una literatura que no es muy extensa pues si bien la contratransferencia es un tema muy tratado dentro de la musicoterapia, los estudios y publicaciones referidas específicamente a la contratansferencia en musicoterapia en final de vida todavía son muy limitados.

El artículo empieza con unas palabras que nos parecen muy significativas para el contenido del estudio:

“Soy musicoterapeuta y algún día moriré…. Como musicoterapeutas con pacientes en final de vida, nos encontramos que nuestro trabajo está influenciado por nuestra personal y profesional relación con la muerte y con las personas que están muriendo. Nuestros propios pensamientos, creencias y sentimientos asociados a la muerte y el morir influirá en nuestra valoración, tratamiento y evaluación de nuestros clientes en final de vida” (Dimaio et al, 2015).

Quien primero utilizó el término contratransferencia como reacción emocional del terapeuta a la transferencia del cliente fue Sigmund Freud en 1910. En musicoterapia, uno de los máximos teóricos y más importantes musicoterapeutas que ha investigado sobre contratransferencia ha sido Kenneth Bruscia. En su libro Musicoterapia (2006) aparece esta explicación de lo que es la contratransferencia (aunque ya había publicado otros artículos referidos a este tema en 1998).

“La contratransferencia incluye todas las predisposiciones y respuestas conscientes e inconscientes del terapeuta hacia el cliente y tienen su origen en la personalidad y las experiencias pasadas y presentes del terapeuta. La contratransferencia tiene un efecto positivo cuando el terapeuta puede utilizar las semejanzas personales con el cliente para obtener una mejor relación y un mejor conocimiento de él. Puede tener una influencia negativa cuando las necesidades inconscientes del terapeuta interfieren con una relación afectiva; el resultado es que el terapeuta satisface sus propias necesidades en vez de o a expensas de satisfacer las necesidades de su cliente pero no se da cuenta de ello” (Bruscia, 2006, pp 43).

El trabajar con personas que se encuentran en final de vida frecuentemente provoca que nos encontremos con nuestras propias emociones relacionadas con la muerte, el sufrimiento, el dolor, el duelo, la espiritualidad. Pero también permite desarrollar relaciones de gran intensidad emocional con los clientes.

Para las autoras del artículo que aquí presentamos es importante que el/la musicoterapeuta que trabaja con pacientes en final de vida revisen si tienen preferencias o rechazos sobre sus clientes (rango de edad, patologías, síntomas) y también con qué encuentran más comodidad. Esta revisión ayuda a ser conscientes de posible contratransferencia.

Necesario para el musicoterapeuta que trabaja con personas en final de vida es reflexionar sobre su propio concepto de enfermedad y de bienestar, de duelo como patología o proceso normal, sobre su responsabilidad con sus clientes como participantes en esa etapa de la vida, sobre sus propias creencias y filosofías.

Igualmente, revisar es cómo afecta al musicoterapeuta cuando un paciente en final de vida rechaza los servicios de musicoterapia por muy variados motivos. En el musicoterapeuta puede aparecer rechazo, frustración, necesidad de control. Incluso cómo es la relación del cliente con sus familiares y cómo puede afectarle. Ser conscientes de ello repercutirá en una mejor atención en la persona que se encuentre en final de vida.

El musicoterapeuta debe permanecer neutro dentro y fuera de la música que se utiliza en las sesiones. No debe permitir que sus preferencias musicales o su relación con la música sean las fuerzas que guían las experiencias musicales que facilitan. Aunque es normal que aparezca contratransferencia relacionada con la música pues precisamente la música es el medio con el que el musicoterapeuta realiza su trabajo.  Comprender la propia identidad musical para ser consciente de la identidad musical del cliente en relación a su proceso de final de vida.

A modo de resumen, y como decía Bruscia (2006), tiene mucha relevancia en la atención a la persona en final de vida que el musicoterapeuta sea consciente de la contratransferencia y pueda actuar de la manera más objetiva posible. Así, el terapeuta puede comprender mejor las respuestas del cliente, incluso comprender mejor sus sentimientos difíciles o su tolerancia.

Y, por supuesto, frente a la contratransferencia es importantísimo también el autocuidado, el tener recursos para autodescargar, el tener tiempo para revisar nuestro estado emocional y mental. Tomar tiempo para reconectarnos con nuestro propio yo musical.  Y por supuesto, contar con la supervisión musicoterapéutica para poder pulir aspectos que no han salido en el trabajo personal. Todo ello permitirá estar mejor y más presente en las sesiones, reforzar el vínculo terapéutico y permitir un trabajo más profundo y eficaz.

Artículo publicado por Anne Wilkerson, Lauren Dimaio y Yumi Sato en 2015.

Enlace al artículo.

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