El Dr. Javier Resa es médico paliativista, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, a punto de completar 25 años desde que, según nos cuenta “comencé a adentrarme en esta apasionante labor, primero desde mi trabajo en una Unidad de Hospitalización a Domicilio y posteriormente en un Equipo de Soporte Paliativo Domiciliario, hasta recalar por último en el ámbito de las Unidades Hospitalarias de Media Estancia”.
Durante la entrevista nos cuenta que, recientemente, ha pasado a formar parte del equipo de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Hestia Madrid, que presta atención concertada con el Servicio Madrileño de Salud, en donde están acometiendo un ambicioso y motivador proyecto de mejora de la calidad asistencial.
Ante todo, muchas gracias por aceptar esta entrevista. Para empezar, ¿Conoce la musicoterapia?
Muchas gracias a Vd. por su invitación; estoy encantado de poder participar en este proyecto, que me parece de gran importancia y utilidad.
El gusto por disfrutar de la música me viene de lejos, en buena parte gracias a la influencia de Carolina, mi esposa. Pero mi conocimiento directo de la contribución de la musicoterapia al abordaje de las necesidades complejas de nuestros pacientes vino a través de nuestro añorado compañero Vicente de Luis, auténtico adalid de sus ventajas. Algunos años después, mi paso profesional por la Fundación Instituto San José me permitió entrar en contacto con su legado y con el exquisito trabajo de Mireia Serra, siendo testigo de primera mano de los positivos efectos y excelente aceptación en general de la musicoterapia tanto sobre pacientes y allegados como entre los miembros del equipo asistencial.
¿Cree que la Musicoterapia puede ser beneficiosa a los pacientes y/o familiares de su área?
Más allá de mi favorable impresión personal, lo cierto es a lo largo de estos últimos años se han venido acumulando progresivamente resultados científicos que avalan múltiples efectos beneficiosos de la musicoterapia en personas en situación de final de vida, de modo que cada vez hay más conciencia de que la musicoterapia puede ser de gran ayuda a pacientes y cuidadores a la hora de manejar algunas necesidades y circunstancias de gran complejidad. Hoy en día sabemos que la musicoterapia induce modificaciones en la percepción del dolor, modula la ansiedad y mejora el estado de ánimo, ayuda a normalizar el entorno y facilita la expresión y canalización de emociones, al tiempo que permite conectar con aspectos espirituales y trascendentes, pudiendo servir de apoyo para abordar la despedida y facilitar el proceso de duelo. ¡No es poco, ni mucho menos, en nuestro día a día!…
En países como Estados Unidos, Canadá, China, Brasil, Australia o Reino Unido la figura del musicoterapeuta es habitual en hospitales, incluso algunos institutos nacionales de salud editan guías clínicas que recomiendan la musicoterapia como terapia complementaria. En España la situación es muy diferente, aunque luchamos para que la musicoterapia tenga el reconocimiento que se merece. ¿Cuál es su opinión al respecto?
A este respecto, y del mismo modo que sucede con la mera atención de aspectos esenciales como la salud dental, el apoyo psicoemocional o los cuidados paliativos, sufrimos un intolerable e injustificable retraso con respecto a otros países de nuestro entorno, sin que perciba un compromiso real de nuestra clase política por remediarlo, con independencia de su ideología.
En este contexto, el camino de la musicoterapia hacia el lugar que en mi opinión merece en nuestro sistema asistencial, creo pasa por un importante esfuerzo de concienciación social, de modo que entre “de abajo a arriba” y lo que no sea posible lograr por mera conciencia de nuestros dirigentes, pueda intentar conseguirse a través de la presión ciudadana. En este sentido, iniciativas como ésta me parecen de enorme importancia.
De igual manera, los paliativistas tenemos el deber de seguir luchando por conseguir una mayor conciencia entre la población general acerca de los beneficios de la atención paliativa, integral e integrada y, sin duda, la musicoterapia ha de tener un lugar señero en nuestras reivindicaciones. Y, quién sabe si así, yendo de la mano, acaso pueda ser más fácil ir contribuyendo progresivamente a mejorar su visibilidad social y a su implantación generalizada en nuestras unidades asistenciales.
Imagen: Alice Maria (2019) (1)
¿Pondría un/una musicoterapeuta en su equipo?
De estar en mi mano, lo haría a no tardar. De hecho, es una de las propuestas que contemplamos dentro del Plan de Mejora de la Calidad Asistencial que estamos empezando a acometer en nuestra Unidad. ¡Ojalá podamos conseguirlo!
El último año ha sido muy duro para todos, pero especialmente para ustedes, los profesionales sanitarios. En determinados centros la figura del/la musicoterapeuta también ha ayudado a médicos, enfermeras, auxiliares, psicólogos, celadores… a gestionar la ansiedad, la depresión o el estrés. ¿Ha sido su caso?
Sí, ha sido un año especialmente duro en el que nos hemos visto forzados a vivir terribles situaciones de aislamiento, sufrimiento y pérdida, incluso de algún compañero, lo que ha puesto a prueba la solidez del equipo en muchas ocasiones. Y la música ha supuesto para nosotros un importante elemento de autocuidado.
Aunque, desafortunadamente, no hemos podido contar con intervención de musicoterapeuta, sí sabemos de su importancia a la hora de mejorar la autoconciencia, el estado de ánimo y los recursos de afrontamiento, tanto por efectos directos como a través de la evocación de recuerdos y como elemento de ayuda a la expresión de sentimientos.
Así que, durante todo este terrible tiempo, siempre ha habido momentos, bien para compartir o para disfrutar en soledad alguna pieza musical, y eso nos ha ayudado a seguir adelante, sin ninguna duda.
Ya nos ha hablado de lo que podría aportar la musicoterapia en su área pero ¿Qué cree que puede aportar la Musicoterapia y la figura del / la musicoterapeuta al ámbito sanitario español en general?
Como antes comentaba, desde hace ya varios años se vienen mostrando importantes efectos beneficiosos de la musicoterapia, aplicables en múltiples áreas de la medicina. Tengamos en cuenta que el estímulo musical involucra y activa de forma eficiente áreas cerebrales relacionadas también con el procesamiento del lenguaje, la percepción auditiva, la memoria de control efectiva y el control motor, con capacidad de poner en marcha patrones complejos de interacción entre ellas. Esto abre un amplio abanico de aplicaciones en personas con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o la enfermedad de Parkinson, así como en la rehabilitación de personas con daño cerebral, por poner algunos ejemplos.
Si tiene alguna anécdota, alguna petición o quiere explicar algún caso o aspecto concreto relacionado con la musicoterapia estaremos encantados de conocerlo.
Me gustaría, llegados a este punto, evocar una frase que Miguel de Cervantes pone en boca de Don Quijote y creo define muy bien el poder de la música: “La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”.
Para mí, la música pertenece al reino de la excelsitud, de lo sutil y difuso. Su simple escucha es capaz de evocar sentimientos complejos y desencadenar “chispazos” intuitivos que nos conectan con nuestra esfera trascendente, haciendo posible un modo de reflexionar que sobrepasa la simple lógica para entroncar con lo más profundo de cada uno de nosotros y generando íntimos cambios psico-fisiológicos en respuesta a las propias necesidades.
En un proceso de “cambio permanente” como es la aproximación a la muerte, toda ayuda a conectar con la dimensión personal de trascendencia de la persona es de incalculable valor. ¡Y sin mayores efectos secundarios!
Y como última cuestión, ¿podría compartir con #MTi alguna canción, melodía u obra musical que sea significativa para usted? Con todas las propuestas musicales de las personas entrevistadas vamos elaborando una lista de audición que puede ser que resuene a alguien más.
La verdad es que disfruto con una gran variedad de música: clásica, celta, blues…
Como piezas de “especial resonancia”, el Adagio para Cuerda de Samuel Barber, el Adagietto de la 5ª sinfonía de Gustav Mahler o la Lacrimosa del Réquiem de Mozart son algunas de mis apuestas seguras, así como también Watermark de Enya, o algún tema de Glassworks de Philip Glass, por citar algunas.
Como decimos a todas las personas que tan amablemente comparten aquí su mirada sobre la musicoterapia, agradezco mucho su implicación en este proyecto. Creo que es muy interesante conocer el punto de vista de otros profesionales, en este caso, del ámbito sanitario, para poder evolucionar conjuntamente.
(1) Alice Maria (2019). Palliative Care: An Alien Concept in Pakistan. Journal of Clinical Research and Bioethics
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